La realidad de la que no se habla guarda en sus sombras auténticos horrores. este, por ejemplo:
El pasado 4 de agosto, el gobierno indio violó unilateralmente las condiciones en que se basó la adhesión de Jammu y Cachemira a India en 1947. Desde entonces, ha convertido Cachemira en un inmenso campo de prisioneros. Siete millones de cachemiríes se hallan bajo arresto domiciliario. Las conexiones por Internet están cortadas y los teléfonos no tienen línea.
Silencio ensordecedor
El ministro indio de Interior ha propuesto al Parlamento la abolición del artículo 370 de la Constitución india (que establece las obligaciones legales derivadas del tratado de adhesión). Con el voto en contra de los partidos de oposición, tanto la cámara alta como la cámara baja han aprobado la nueva ley, que anula el estatuto particular, junto con la constitución y la bandera propias de Cachemira. Asimismo, divide el territorio en dos partes: Jammu y Cachemira, que será administrada directamente por el gobierno central de Nueva Delhi (aunque manteniendo una asamblea legislativa electa, cuyos poderes han quedado notablemente mermados), y Ladaj, que también será administrado directamente por Nueva Delhi, pero no tendrá ninguna asamblea legislativa.
En la práctica, los ciudadanos indios ahora pueden comprar tierras e instalarse en Cachemira sin ninguna traba. Inversores indios como el industrial más rico del país, Mukesh Ambani, ya sueñan con poseer esta tierra rica en vastos glaciares, lagos de alta montaña y cinco grandes ríos. La disolución de la entidad jurídica del Estado comporta asimismo la abolición del artículo 35A, que otorgaba a los residentes derechos y privilegios que les permitían controlar su propio territorio. Desde hace tiempo, los cachemiríes temen esta eventualidad. Es una pesadilla recurrente en que se ven arrastrados por una avalancha de indios y convertidos en una especie de palestinos de los territorios ocupados y repoblados con colonos.