Socializar los cuidados: contra el realismo doméstico
Necesitamos un urbanismo socialista y feminista. Socialista, en tanto capaz de movilizar tiempo y recursos de forma planificada para objetivos que desbordan la rentabilidad. Feminista, en tanto consciente y comprometido con la superación efectiva de la división sexual del trabajo.
Socializar los cuidados: contra el realismo doméstico
Modelo 3D del prototipo de infraestructura comunitaria diseñada por el arquitecto Vicente Guallart para la nueva zona urbana de Xiong’an, en China.
«Actualmente, para las mujeres negras y para todas sus hermanas blancas de clase obrera, la idea de que la carga del trabajo doméstico y del cuidado de los hijos pueda ser descargada de sus espaldas y asumida por la sociedad contiene uno de los secretos milagrosos de la liberación de las mujeres. La atención a la infancia y la preparación de la comida deberían ser socializadas, el trabajo doméstico debería ser industrializado, y todos estos servicios deberían estar al alcance de las personas de clase trabajadora» (Angela Davis. Mujeres, Raza y Clase. 1981. Capítulo XIII)
La mayoría de feministas socialistas, anarquistas y radicales del siglo XX creían que la supresión definitiva de lo que ahora llamamos patriarcado era indisociable de la superación de la economía doméstica privada o individualizada. Hoy, sin embargo, estos debates han desaparecido del mapa político. Helen Ester, apoyándose en Dolores Hayden y haciendo un uso original del conocido concepto de Mark Fisher, denomina a esta situación realismo doméstico. El diseño espacial del hogar aislado en el que las tareas domésticas son —en teoría— responsabilidad bien de los adultos de la familia nuclear bien de sus criadas, se ha vuelto tan aceptado y común que nadie parece capaz de imaginar que podamos vivir de otra manera.
Desde luego, esta ausencia de radicalidad no es problema exclusivo del feminismo. La tendencia socialista está de capa caída en general. Hasta hace bien poco, nadie en la izquierda parecía tomarse en serio nada que no fuese intentar salvar los muebles de una socialdemocracia zombie. No fue sino hasta los últimos años que asistimos a una oleada de investigaciones sobre la posibilidad de una planificación socialista de la economía superadora de los errores del siglo pasado. Los mercados, el dinero y la propiedad, pese a décadas de bombardeo mediático y académico, vuelven a ser cuestionadas.
La intención de este breve artículo es intentar transmitir las potencialidades que estos nuevos debates tienen para la causa feminista, así como a reavivar investigaciones más profundas sobre esto. El cibercomunismo plantea que las economías planificadas podrían hacer eclosionar formas alternativas de organizar la reproducción social, lo doméstico, los cuidados. Tras un breve repaso de la historia de iniciativas similares, intentaremos explicar cómo. Pero antes necesitamos una breve introducción que recuerde la relevancia de estas cuestiones.